Maikel Davalos
My grandmother was a remarkable woman, a true embodiment of strength, independence, and success. As a world-renowned hairstylist, she touched the lives of thousands, leaving an impact far beyond her profession. Her work was more than just about making people look good—it was about making them feel beautiful, confident, and special. Despite her busy life, she was always fully present when spending time with my brothers and me. For over two decades, I cherished the week each August when we would spend time together at the beach in Sunny Isles. Those days were filled with laughter, stories of her youth, and the joy of simply being in her company. My grandparents, married for 65 years, were the shining example of love and commitment, always dancing, always sharing memories. Together, they showed me what true love looks like.
Even as I reflect on her many accomplishments, I am struck by the depth of her love for us. Though she was busy and successful, her heart was always with her family. I always imagined her continuing her life with the same strength and vitality she had always shown, gardening, working, and traveling well into her 100s. Losing her feels like losing a part of myself—a loss of the unconditional love that can never be replaced. But I am profoundly grateful for the time I had with her, and even more so that I still have my grandfather by my side. I love you, Abuela, and I can’t wait to meet you again on that sunny beach in heaven.
Mi abuela fue una mujer extraordinaria, una verdadera encarnación de fuerza, independencia y éxito. Como estilista de renombre mundial, tocó la vida de miles de personas, dejando una huella que iba mucho más allá de su profesión. Su trabajo no solo consistía en hacer que las personas se vieran bien, sino en hacerlas sentir bellas, seguras y especiales. A pesar de su vida ocupada, siempre estaba completamente presente cuando pasaba tiempo con mis hermanos y conmigo. Durante más de dos décadas, atesoré la semana cada agosto que pasábamos juntos en la playa de Sunny Isles. Esos días estaban llenos de risas, historias de su juventud y la alegría de estar en su compañía. Mis abuelos, casados durante 65 años, fueron el ejemplo brillante de amor y compromiso, siempre bailando, siempre compartiendo recuerdos. Juntos, me mostraron lo que es el verdadero amor.
Incluso al reflexionar sobre todos sus logros, me impresiona la profundidad del amor que tenía por nosotros. Aunque estaba ocupada y era exitosa, su corazón siempre estaba con su familia. Siempre la imaginé continuando su vida con la misma fuerza y vitalidad que siempre demostró, jardinando, trabajando y viajando bien entrados sus 100 años. Perderla se siente como perder una parte de mí mismo—una pérdida del amor incondicional que nunca puede ser reemplazado. Pero estoy profundamente agradecido por el tiempo que tuve con ella, y aún más por tener a mi abuelo a mi lado. Te quiero, Abuela, y no puedo esperar para encontrarte de nuevo en esa playa soleada en el cielo. Como decimos en Cuba, *"Las abuelas son las estrellas que guían nuestros pasos, aunque ya no estén con nosotros.
Maikel Davalos